¿Me podrías repetir tu nombre por favor?

Desde hace un tiempo que los "nuevos padres" juegan a ver quienes son los más originales a la hora de elegir el nombre para sus hijos.
Ya no piensan en que su hijo/a deberán lidiar con ese nombre para siempre. No piensan en que van a ir a la escuela, en que van a tener que hacer miles de trámites y llenar cientos de formularios. No tienen en cuenta que sus hijos deberán explicar una y otra vez que su nombre es eso y no un apodo, o que su nombre quiere decir "luz de luna reflejada sobre un lago de aguas tranquilas" en lengua aborigen. O explicar que su nombre se escribe con una "H" y doble "M" porque es un nombre holandés (aunque su apellido sea Pérez). Ahora lo que importa es ser originales, únicos e innovadores...
Desde hace un tiempo, por suerte, esta moda se ha revertido un poco y ha llegado otra (por suerte) que es la de volver a utilizar los nombres que usaban los abuelos de estos nuevos padres: Amanda, Julia, Catalina, Pedro, Ernesto, Mateo, etc.

En
este artículo del DIARIO CLARÍN, Pilar Ferreyra nos cuenta lo importante que es el nombre en la historia de una persona.

"...El nombre antecede la existencia de la persona y la acompaña durante
toda la vida. Su elección no es inocente. Y muchas veces la gente prefiere
ser llamada por su segundo nombre o por un apodo con el que se sienten
mejor..." (Leer)

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